Lo que tengo para dar
- Thairubys Contreras de León
- 6 ene 2018
- 7 Min. de lectura
LO QUE TENGO PARA DAR

Como cada día, desde que tenía conciencia, lo llevaron a la puerta del templo. Allí se quedaba sobre su lecho extendiendo su mano a todos los que pasaban. Siempre ocurría lo mismo, unos daban por lo menos una monedita, otros no daban nada. Era la hora novena del día, las 3 de la tarde, hora de la oración, y dos hombres pasaron junto a él y se detuvieron. “Míranos” le dijeron. El mendigo esperaba ansiosamente una limosna, pero… “No tengo plata ni oro” dijo uno de los hombres ¡Qué decepción! No recibiría nada. "¿Por qué se detienen si no tienen nada que darme?" debe haber pensado el pobre hombre. Y en medio de su decepción escucha “de lo que tengo te doy.” Esto produjo en él segundos de ansia mientras esperaba, esta última frase debió revivir las esperanzas, algo obtendría aunque fuese poco.
El mendigo quería dinero para saciar sus necesidades físicas, pero estos hombres, Pedro y Juan, se habían llenado de algo más maravilloso. Luego de compartir el ministerio de Jesús tenían más que compartir. Lo que ellos tenían para dar era más importante que una monedita. “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” Que palabras tan extrañas para dar una limosna. Allí no terminó todo, Pedro lo tomó por la mano derecha y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.”
Esta historia se registra en Hechos 3:6-9 y narra, detalladamente y por primera vez, una sanación realizada por los apóstoles y presenta diferentes enseñanzas sobre el liderazgo cristiano.
Promesas y señales de los apóstoles
El capítulo 3 de Hechos de los apóstoles inicia narrando la sanación de un cojo en el templo. Este evento no está aislado de los capítulos previos en los que ya se han mencionado las proezas de los discípulos. Uno de los versículos finales del capítulo 2 dice: “Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.” (Hec. 2:43).
La palabra τέρατα, se traduce como maravillas, prodigios o presagios. La siguiente palabra es σημεῖα se traduce, básicamente, como signo, marca, característica distintiva; también se le puede dar sentido de un evento contrario al curso normal de la naturaleza. Los actos de los apóstoles eran más que milagros eran señales que manifestaban que la iglesia de la época era más que palabras, era hechos en los que se ve la acción del Espíritu Santo, la intención de estos actos no era sólo asombrar al pueblo, sino dar señal de que algo diferente ocurría en estos hombres. El versículo no menciona detalle sobre las maravillas y señales de los apóstoles, es hasta el capítulo 3 donde se empiezan a dar detalles al respecto.
Visita al templo
La tradición de los hebreos establecía horarios para la oración privada: la hora tercia, que eran las 9 de la mañana; la hora sexta, que eran las 12 del mediodía; y la hora novena, que eran las 3 de la tarde. Es por eso que Pedro y Juan se dirigían al templo “a la hora novena.”
Usualmente, se conocía como cojo a una persona con una desigualdad entre las extremidades inferiores. Los cojos o inválidos por lo general se dedicaban a mendigar, y la puerta conocida como La Hermosa era un lugar apropiado para esto porque existían menos probabilidades que la gente lo ignorara puesto que se dirigían a adorar e ignorar al mendigo los llenaría de sentimiento de culpa por negar ayuda a un necesitado y eso no les permitiría una adecuada adoración.
Hechos 2:44–47 menciona, entre otras cosas, que todos los cristianos “vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” por lo que se asume que eran generosos. Sin embargo, en el encuentro con el cojo en el templo Pedro y Juan manifiestan: “no tengo plata ni oro,” pero los apóstoles eran los encargados de recibir las donaciones de la iglesia, entonces, ¿cómo no tenían dinero?, es simple no disponían de dinero para sí mismos. Y a la vez consideraban los bienes materiales superficialmente porque tenían algo mejor que dar.
El mendigo esperaba de ellos una limosna, pero al escuchar “no tengo plata ni oro” probablemente pensó que ya nada le darían, sin embargo, Pedro dice: “de lo que tengo te doy.” Esta última frase debió revivir las esperanzas del hombre, esperando recibir, aunque fuera poco. Pero, lo que ellos tenían para dar era más importante, era de más valor. Le daban la sanación en nombre de Jesucristo de Nazaret, eso era lo que Pedro y Juan tenían, fe en Jesucristo.
Principios de liderazgo
Tener un único objetivo, aunque se tengan diferentes estilos
Un principio de liderazgo importante es la unidad entre dos personas diferentes, pero que tienen un mismo objetivo. Este es el caso de Pedro y Juan que fueron unidos por el mismo Cristo, esto es más interesante cuando se recuerda que eran personas con caracteres muy distintos. Casi no se habla de ellos juntos, pero los pocos pasajes que hacen referencia a su ministerio conjunto los muestran dando testimonios de poder. Los líderes deben trabajar junto a otros líderes, aunque sean diferentes o tengan diferentes estilos de trabajar lo más importante es se mantengan juntos trabajando por la misma meta.
Notar las verdaderas necesidades
El cojo era un hombre con más de 40 años de dolor, pobre, desahuciado, los apóstoles mostraron interés en hacer el bien, pero no sólo se interesaron, sino que hicieron algo concreto para ayudarlo y terminaron haciendo más de lo que el hombre pedía. Es decir, el hombre pensó que la necesidad que ellos podían suplir era la monetaria, pero ellos notaron que podían hacer más. Aunque él esperaba recibir algo para satisfacer una necesidad física temporal terminó recibiendo algo más. El líder debe ver más allá de la aparente necesidad.
Dar lo que se tiene
Entre los apóstoles y el enfermo ocurrió un verdadero encuentro, pudo haber sido algo sencillo, pero se volvió algo personal. Ellos pudieron simplemente haber dado una limosna como, probablemente, muchos lo hacían, pero decidieron darle algo que ellos una vez recibieron de su Maestro, sanación y esperanza. Aunque no tenían “plata ni oro” ofrecieron lo que tenían, Cristo Jesús. Lo más importante que el líder cristiano debe tener para dar es a Cristo. Cristo debe llenar la vida del líder, sus actos, sus metas, todo. Y así como Cristo está en su vida, él debe ocuparse de que los que lo rodean reciban también a Cristo.
No en nombre propio
Pedro y Juan actuaron en el mismo nombre que había exaltado en Pentecostés. En el versículo 4 Pedro le dice al mendigo: “míranos”, por esta palabra pareciera que quieren la atención sobre ellos, pero de inmediato resaltan que lo que iban a hacer no era por su propio mérito, era gracias a Jesucristo que podían sanar al mendigo, “en el nombre de Jesucristo de Nazaret” podían dar sanación no en el suyo propio. Mencionar a Jesucristo era símbolo de la autoridad e influencia de Cristo en el evento que ocurría. Así cada líder debe hacer todo en el nombre de Jesucristo, para que ese sea el nombre exaltado y no otro.
Tomar a otros de la mano
Transforman al cojo en un testigo, tomándole de la mano para ayudarle a hacer realidad lo que acababa de oír. Para el mendigo debe haber sido una gran prueba de fe responder a la invitación de Pedro, unas pocas semanas habían pasado de la muerte en la cruz de Jesús de Nazaret. Pero Pedro le da la mano y lo ayuda a dar ese paso de fe que cambiaría su vida. Así cada líder debe estar dispuesto a dar la mano a otros que no tienen la seguridad para levantarse solos.
Formar discípulos
El paralítico inmediatamente al ser sanado se une a los apóstoles porque se entiende con ellos ahora y está comprometido con sus benefactores, ahora da su testimonio particular y todos en el pueblo comenzaron a alabar a Dios. La gente lo veía día tras día en su lecho y al verlo sano no podía venir a sus mentes otros explicación más que Dios le había sanado. Cuando el líder realiza bien su trabajo se unirán a su proyecto más personas y los demás se maravillarán de la obra de Dios.
Hechos 3:6-9 es uno de eso pasajes que usualmente leemos superficialmente, pero realmente contiene grandes enseñanzas, ningún pasaje de la Biblia está escrito sin un objetivo. Aquí se muestra que Pedro y Juan hicieron de un mendigo desconocido un nuevo discípulo de Cristo. Primero se interesaron en sus verdaderas necesidades, no en las cosas superficiales, además le presentaron a Cristo como su sanador, le ayudaron a dar un paso difícil y el resultado fue que el hombre entró con ellos a adorar. La receta del éxito de estos antiguos líderes cristianos es sencilla: Dieron lo que tenían. Y ¿qué tenían? A Cristo. Eso es lo que el líder cristiano debe dar siempre, no sólo sermones, ni capacitaciones, ni meras instrucciones, todo eso es importante, pero dar a Cristo es lo principal, sin Él, lo anterior no servirá de nada.
Bibliografía
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“Esperando” [Hechos 3:5] Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sur Americana, 1995).
“Jesucristo de Nazaret” [Hechos 3:6] Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sur Americana, 1995).
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