La carrera y la corona
- Mauro León
- 6 ene 2018
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"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
1 de Corintios 9:24-25
La iglesia de Corinto fue establecida durante el segundo viaje misionero de Pablo y allí desarrolló una actividad misionera durante tres años en su tercer viaje misionero (Hech. 20:31). La Primera Epístola a los corintios tiene como “coautor” a Sóstenes, y surge principalmente con dos propósitos: primero, corregir la apostasía que se había producido; y en segundo lugar, aclarar asuntos relacionados con las creencias y prácticas sobre las que los creyentes del lugar habían manifestado dudas. Fue escrita en Éfeso como se puede ver en 1 Corintios 16:8: “Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés.” La carta fue escrita cuando él estaba por partir para Grecia y Macedonia, las evidencias llevan a ubicar su escritura en la primera parte del año 57 d.C.
El pasaje de 1 Corintios 9:24-25 habla específicamente de una carrera. Este pasaje representa una alegoría de la vida cristiana, pero también puede ser una ilustración útil para que los líderes cristianos puedan extraer algunos principios de liderazgo. Este pasaje viene luego de que el apóstol Pablo describe los derechos de los apóstoles y menciona asuntos referentes a la libertad del cristiano. En estos versículos parece que el apóstol se sale un poco de su contexto mayor, pero también pudiera verse como una ilustración del tema anterior, tratando de mostrar una libertad disciplinada.
La expresión “¿No sabéis…” demuestra que para los corintios el tema de los deportes era conocido. En Corinto eran famosos los llamados “juegos ístmicos”, que se desarrollaban al norte de la ciudad y se celebraban cada dos años. Eran el motivo de orgullo patriótico y eran para los griegos una pasión. Estaban dedicados a Poseidón, el dios del agua y habían comenzado en el año 581 a.C.
Principios de liderazgo
Disciplina
El principal principio que resalta en este pasaje es la disciplina. Aquí entra la abstinencia porque para tener éxito hay que tener claro lo que se debe hacer, pero también lo que se debe dejar de hacer. La palabra ἐγκρατεύομαι significa guardar continencia, imponerse privaciones. Se entiende como practicar dominio propio. Los participantes en los juegos se mantenían a dieta, se acostumbraban a las dificultades y ejercitaban. Para el líder la disciplina es algo primordial. El líder no puede estar lleno de vicios que lo alejen de su principal meta.
Esfuerzo y preparación
Los participantes de los juegos ístmicos debían declarar bajo juramento que habían dedicado diez meses a su preparación. Es decir, la participación en los juegos no era para todos, sino para aquellos que tenían una preparación previa. Por eso Pablo utiliza la palabra ἀγωνιζόμενος que es un verbo que significa luchar, pelear, con énfasis en el esfuerzo, es decir, luchar por hacer algo con intensidad y esfuerzo.
Pero no todos podían ganar solo el que hubiese hecho su máximo esfuerzo. Pablo presenta la idea de un único ganador, indicando que comenzar la carrera no es suficiente hay que terminarla, o lo que es lo mismo, iniciar la carrera no garantiza obtener la victoria, es necesario colocar todas las energías en la carrera para alcanzarla. El líder debe esforzarse y prepararse para garantizar la victoria. Ya lo dice la Palabra de Dios tantas veces: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Jos. 1:9)
Tener presente el premio
Los atletas de los juegos del istmo tenían disciplina, se esforzaban y se preparaban para ser coronados con una corona de pino, esta corona era un símbolo de enorme significado y le daba al que la obtenía un reconocimiento público similar al de los magistrados.
El cristiano recibe una recompensa imperecedera, mucho más valiosa que cualquier bien material. Pablo menciona que sólo uno obtiene el premio, pero en la carrera cristiana todos pueden ganar, esto debe ayudar a perseverar. Hay un premio esperando a cada hijo de Dios que se esfuerza en honrarlo.
Los participantes de los juegos querían alcanzar la meta. Al igual Pablo tenía una meta clara y definida, sabía que requería esfuerzo y práctica constante para alcanzar el éxito. Por esto le dice a los filipenses: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14) De esa misma manera, el líder debe tener las metas claras, y no conformarse con menos de lo que se ha planteado alcanzar. El líder debe tener claro que su meta no es de este mundo. Su objetivo no es simplemente realizar su trabajo bien, su objetivo es que él y su equipo alcancen el reino de los cielos.
El apóstol Pablo utiliza la ilustración de la carrera para animar a sus lectores a no decaer en la carrera de la vida cristiana. El líder tiene una carrera que seguir y no puede darse el lujo de rendirse o renunciar.
Los participantes de una carrera ponen todo su esfuerzo por alcanzar la meta. Cuando se analiza un poco esto parece mucho esfuerzo y sacrificio por una corona de pino o de hierbas como laurel o perejil. Esta corona era perecedera, seguramente duraba algunos días, pero el líder cristiano se prepara para recibir una corona perdurable, eterna. El premio que Cristo ofrece merece el esfuerzo.
El líder cristiano no debe permitirse perder de vista su meta. Si otros se esfuerzan tanto por alcanzar un premio corruptible, mucho más el líder cristiano debe vivir en estricta disciplina porque él anhela un premio eterno. Los deportistas en general deben abstenerse de muchas cosas si desean alcanzar el éxito, como alcohol, drogas, algunos alimentos, entre otros. Los líderes cristianos deben abstenerse de muchas cosas si desean alcanzar la meta. ¿De qué se debe abstener? La respuesta es simple: De todo lo que nos aleja de Cristo.
Bibliografía
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