Los Beneficios de la Obediencia
- Mauro León
- 24 sept 2017
- 4 Min. de lectura
“Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.” RV95 Romanos 5:19

Era un momento crucial en la historia. Eva se encontraba luchando internamente, allí parada frente al árbol de la ciencia del bien y del mal, contemplando aquello que había sido lo único que Dios le había prohibido: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: "De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás" (Génesis 2:16,17). La orden era clara, sin embargo, prefirió escuchar la voz de la serpiente e ignorar la voz de Aquel que la había creado, y así tomó la peor decisión que se haya tomado sobre esta tierra. Decisión que ha traído hasta el día de hoy consecuencias devastadoras. “Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella” (Génesis 3:6).
Adán y Eva tuvieron en sus manos la posibilidad de vivir sin sufrimiento, sin dolor y sobre todo sin muerte. Es decir, podían vivir una vida perfecta, pero cuando llegó el momento de elegir, tomaron la decisión equivocada. Comer o no un fruto del árbol no era el problema. El problema era que tanto a Adán como Eva debían ser obedientes a la voluntad de Dios. Ya Dios les había dicho lo que quería de ellos, de manera que si ellos se mantenían fieles a la Palabra de Dios serían perfectos y vivirían para siempre, por el contrario, si desobedecían la voz de Dios ya no serían perfectos y les tocaría sufrir y recibir la muerte, ya no vivirían para siempre, cosa que finalmente sucedió porque desobedecieron a Dios.
Dios desde el principio ha querido estar cercano a nosotros, comunicarse y tener una relación estrecha con sus hijos. Gracias a la desobediencia de nuestros primeros padres y al pecado que esto trajo como consecuencia, esa relación entre Dios y el hombre se ha deteriorado, no porque Dios se haya apartado, sino porque el hombre ahora busca esconderse de Dios: “Luego oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8).

El amor de Dios es tan grande, que a pesar de que el ser humano decidió por su propia voluntad desobedecerle, el Señor ya tenía el plan preparado para librar al hombre de las nefastas consecuencias de su error. Ese plan era nada menos que Cristo Jesús, y “Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).
Cristo vendría a este mundo a vindicar el carácter de Dios, a darnos esperanza y a restaurar la relación entre Dios y el hombre rota en el Edén. Pero ¿qué más significaría la venida de Cristo para nosotros? Cristo vino a enseñarnos que, gracias a su sacrificio, las condiciones dadas por Dios en Edén son parecidas para nosotros hoy, si escuchamos la voz de Dios, hoy también nosotros tenemos la promesa de una vida eterna: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
Es decir, que a pesar de que somos salvos por fe “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8), la gracia que fue manifestada a través de la persona de Cristo Jesús es el medio para tener otra oportunidad. Sin embargo, la clave para alcanzar esa vida eterna que tanto anhelamos es buscar a Dios por medio de su Santa Palabra y obedecer su voz haciendo en todo momento su voluntad porque es la forma como demostramos que esperamos que la gracia de Dios nos alcance y a la vez damos testimonio de que ya nos ha alcanzado.
Tengo el privilegio de decir que Dios me ha llenado de grandes bendiciones a lo largo de mi vida, y hoy el Señor misericordioso me regala una bendición más, estoy cumpliendo 34 años de vida en esta tierra, y agradezco al Señor en todo instante por ello. Pero no quiero solo eso sino toda una vida, una vida eterna al lado de mi Dios y salvador, por ello sé que cada día de mi vida debe ser una completa obediencia a Dios y a su voluntad para que me sea concedido aquello que tanto deseo, ¿y tú? Mi apreciado amigo, hermano, que esperas para colocar tu vida en armonía con la voluntad de Dios. Dios tiene un plan para ti “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará” (Salmo 37:4,5). Pon tu vida en las manos de Dios, obedece su Palabra, y vas a ver con toda seguridad las grandes bendiciones que Dios tiene para ti.
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